Rápidamente se despertó y abrió la puerta.
Era el Señor que estaba a cargo del lugar.
Con un gesto amable y una sonrisa le
dijo:
-Buen día joven hemos preparado el
desayuno por si gusta acompañarnos.
El solo esbozo una ligera sonrisa y cerró
la puerta. Era otro lugar, otro tiempo, otra oportunidad para él y debía aprovechar
el momento; rápidamente se dio una ducha y al bajar un grato olor invadía la
casa, el ancianito sonrió y le dijo:
-Qué bueno que ha decidido acompañarnos
señor…
-Martínez. Respondió el. Y comenzaron a
desayunar unos deliciosos huevos estrellados con un jugo de naranjas recién cortadas.
-Es una bonita época para venir a
vacacionar a estos lugares, estamos muy agradecidos de que haya elegido nuestra
pequeña pensión.
-Honestamente. Respondió el. No tenía
intenciones de vacacionar fue algo inesperado y su lugar me llamo mucho la atención.
-¡AH! respondió el anciano. Esos viajes son los mejores, he de
decirle que en un viaje así conocí a mi bella esposa dijo mientras la tomaba su
mano y le daba un beso en su mejilla.
Esto lo hizo apenarse un poco.
-¿Y usted joven, tiene alguna chica que
de sentido a su vida?
Miro hacia abajo y respondió: -La verdad
mi trabajo es muy demandante y no he tenido tiempo de buscar a alguien.
-Es una verdadera pena. Respondió el
anciano. Las mujeres son la fuente y el motor de vida de todo hombre, si no hay
una en nuestra vida que nos haga hacer
locuras ¡No tenemos dirección! ¿Qué sentido
tiene la vida sin esa compañera de vida, ¿Aquella que hace cada día sea más
brillante!
-No lo mortifiques querido. Respondió la
señora. Todo pasa por una razón y estoy seguro (Dijo dirigiéndose a él) que
este viaje puede ayudarle y quien sabe tal vez encontrar a la mujer que
cambiara su vida.
Él se quedó pensando y aprecio como el
sol iba posicionándose y decidió salir.
no se cansaban, le hizo
sentir una inmensa paz, de manera que se sentó simplemente a observar y a
pensar en su vida. Esos mismos pensamientos que desde que dejaba la ciudad le hacían
mella en su interior, y pensaba en las palabras de ese anciano, sin duda sabio.
De repente sin pensarlo mucho se levantó
y corrió hacia el mar, corrió como en mucho tiempo no lo hacía, sentía la
libertad, el aire corría rápidamente, solo la naturaleza y sus pensamientos
estaban en ese lugar, sintió el agua un poco fría al chapotear un poco mientras
se iba adentrando al agua cristalina, y se dejó llevar por la corriente y ahí mientras
estaba acostado en esa cama de agua desconecto su mente.
Salió refrescado y un poco asoleado y
fue al lugar donde se hospedaba a secarse, al ser un viaje totalmente
improvisado no llevaba nada y decidió salir al centro del puerto a comprar lo necesario
para su corta estancia, manejaba con gran soltura y todo era tan lento que podía
apreciar las calles, la gente, el folklore del lugar, manejaba sin saber a dónde
estaba pero no le importaba.
Llego a un lugar donde creyó que encontraría
lo necesario y observo como la vida en ese lugar era tan diferente a la vida en
la gran ciudad; comenzó a realizar sus compras y su mirada no pudo evitar ver a
una hermosa mujer que compraba algunos recuerdos, el viento agitaba su cabello
y ella luchaba por mantenerlo en su sitio, tan perdido estaba que no noto que
se había quedado paralizado y ella sintió su mirada y ella volteo a verlo, y al
sentir el su mirada se espantó y volteo a otro lado.
Era demasiado tarde ella se dirigía hacia
él, y fue cuando empezó a sentir como un sudor frio recorría su cuerpo y su corazón
comenzaba a acelerarse.
-¡Hola! Dijo efusivamente. ¿Cómo estás? ¿Qué
haces aquí?
Él no podía hacer nada más que quedarse paralizado,
no entendía lo que pasaba, ¿Acaso la gente de este lugar era tan amigable? Cuando
se repuso de todo la miro a los ojos, y era una mirada en la que recordaba que
se había perdido con anterioridad y a su mente llegaron todos los recuerdos.
¡Era ella! ¡Nuevamente se aparecía en su
vida! La emoción lo embargaba.
-¡Hey! Respondió el, sabía que eras tú
pero lo dude. ¿Cómo estás?
-Yo estoy muy bien. Respondió ella. He decidido
salir un poco de la rutina y se me ocurrió venir aquí. ¿Y tú? pensé que estabas
demasiado ocupado para venir a un lugar así, te vi en la tele.
Se
sonrojo. –La verdad no lo tenía planeado pero me dije a mi mismo debo hacerlo.
-¡Wow todo un aventurero, muy bien! Me alegra
que a pesar de tu vida puedas hacer esto.
-La verdad no debería, pero creo que era
necesario me ayudara mucho para regresar con todo a mi trabajo.
-Precisamente por presiones, yo ya no
vivo en la ciudad. Respondió ella.
¿En serio? No puedo creerlo. Respondió
con cierta tristeza en su interior al pensar lo difícil que sería volverla a
ver.
Siguieron platicando unos minutos más,
el sentía como su vida al fin tomaba un verdadero sentido, y cuando llego el momento de la cruel
despedida tuvo que tomar valor para continuar.
Mientras
regresaba al lugar donde se hospedaba recordaba las palabras de la señora: “Todo
pasa por una razón”. Pago a la amable
pareja y les mostró su agradecimiento dejándoles un sobre en su habitación que decía:
“Aunque fue un tiempo corto, sé que ha
sido una de mis mejores experiencias gracias por su amabilidad y hospitalidad”.
Dentro del sobre dejaba una onerosa suma
de dinero. Esa misma tarde retomaba la carretera, sin duda ese viaje había abierto
sus ojos, le dejaba con mucho en que pensar y cambiar de su vida.
Las luces brillantes de la ciudad se comenzaron
a mostrar esa noche, la mancha de urbanización se notaba desde una gran
distancia, y empezó a sentir tras esa liberación como la nostalgia del viaje le
llegaba, pero a diferencia de otros viajes, aunque sentía la nostalgia le
emocionaban los cambios que podía hacer desde ese momento en su vida.
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